domingo, 20 de marzo de 2011

A UN MATERIALISTA

Dices que el Espiritismo
será secta o religión;
tan sólo el oscurantismo
le da tal definición.

Nosotros no pretendemos
formar religión ninguna,
tan sólo enlazar
el sepulcro con la cuna.

Queremos unificar
los átomos disgregadas;
queremos analizar
todos los hechos pasados.

Queremos ver la razón,
la causa que efecto da;
y en la regeneración
el mirarnos el más allá.

¡No abrigamos pretensiones
de tener sabiduría,
que las humanas razones
valen poco todavía!

Mas tenemos intuición
de la ley universal,
que es su complementación
la lucha del bien y el mal.

¡Concedemos a la vida
progreso indeterminado;
la eternidad suspendida
sobre todo lo creado!

Vemos a Dios en las flores,
en sus preciados aromas,
en los pardos ruiseñores
y en las cándidas palomas.

En el lago, en el torrente,
en el valle, en la espesura
y en el mar que sordamente
con su impotencia, murmura.

Y en las olas que en la arena
corren tras de un algo en pos,
hallamos la prueba plena
de la grandeza de Dios.

Mas no le hacemos altares,
ni en ídolos le adoramos;
nuestros templos son los mares
y los mundos que admiramos.

Las catedrales gigantes
con sus arcadas sombrías,
con sus luces vacilantes
y sus graves melodías.

No son más que aberraciones
del entendimiento humano,
que hizo un Dios con sus pasiones
y le ofreció un lujo vano.

Qué son los templos de piedra
de admirable construcción?
¡Si a ellos se enlaza la hiedra
de la envidia y la ambición!

Es preferible la ermita
de la cumbre solitaria,
donde el creyente eremita
eleva a Dios su plegaria.

Mas nosotros no formamos
ningún templo en este mundo,
porque en nosotros llevamos
algo mas, grande y profundo.

Por eso el Espiritismo
ni es secta, ni es religión,
es la esencia de Dios mismo
germinando en la razón.


Amalia Domingo Soler, 1874

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