Hermano:
Escucha en tu interior el pensamiento nuestro. El tuyo y el de tus hermanos.
Anda siempre de buen ánimo, alegre y jovial.
Ora cuando veas que no es así por las circunstancias.
No te creas tu propia negatividad. Ama siempre. Sirve. Disculpa. Ora. No dejes de orar. Ora al Padre de corazón. El siempre te escuchará y te mandará a sus mensajeros. Mensajeros del Señor.
Estudia. Sé paciente. Controla tus impulsos. A veces esos impulsos inferiores retrasan y estorban la obra de los hermanos a través de ti, de tu mediumnidad.
Estáte atento en la medida de tus posibilidades.
Sé cortés siempre.
Humilde. Acepta las cosas siempre con paciencia, como son.
No te ahogues en un vaso de agua, hermano.
Me despido de ti con amor y con mi bendición.
Un espíritu protector.
(Marcelo)
(Barcelona, 25 marzo del 2008)
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